El misterio de la muerte de 600 ballenas varadas en Nueva Zelanda (de las que murieron 400) trae cola desde que se descubrieron estos hechos. Y no solo ocurrió una vez. A finales del año 2015, casi 350 ballenas murieron en un fiordo de Chile. Además, los frecuentes varamientos de ballenas, delfines y marsopas intrigan a los científicos desde hace décadas y siguen ocurriendo también en Europa (Alemania, Inglaterra, Francia o los Países Bajos). Por eso, los investigadores se han esforzado en comprender qué estaba causando esta trágica situación. Hace unos meses, os informamos de que la NASA estaba investigando la vinculación de estas muertes con las tormentas solares y bien, parece que su teoría no era nada descabellada.

En un principio se achacó a la contaminación, los ruidos generados por el transporte marítimo o incluso el sonar militar. Aunque es cierto que podrían desorientar la geolocalización de los cetáceos, la NASA no consideraba que ese fuese el motivo principal. Y tenían razón. Según un estudio publicado recientemente en el International Journal of Astrobiology, las alteraciones geomagnéticas parecen haber confundido la capacidad de las ballenas de navegar, lo que provoca que se deriven hacia aguas poco profundas donde acaban atrapadas.

Los científicos han analizado el suceso en el que murieron 29 cachalotes en el Mar del Norte a principios del año 2016. Tras el análisis forense, los investigadores descubrieron algo que les contrarió: los animales estaban en perfecto estado de salud, bien alimentados y eran jóvenes.

Cachalotes y ballenas utilizan el campo geomagnético de la Tierra para orientarse. Según Klaus Vanselow, de la Universidad de Kiel (Alemania), las tormentas solares a gran escala podrían haber distorsionado el campo magnético y ser las causantes de que las ballenas se pierdan. Esto sucede porque las tormentas solares contienen una gran cantidad de partículas cargadas y también radiación. Al golpear la parte superior de la atmósfera terrrestre, provocan las maravillosas auroras boreales sobre el Ártico pero, por desgracia, también ocasionan cosas negativas. Pueden llegar a estropear satélites y sistemas de comunicaciones. Además de perder a las pobres ballenas.

Vía | BBC

Redacción QUO