Hasta que se embarcó en este estudio su principal autor, Ben Mol, no tenía ni idea de cuan vinculado a su pasado estaba la investigación que estaba comenzando.
En la década de 1960, después de ser considerada estéril durante nueve años, la madre de Mol se sometió a una histerosalpingografía (HSG por sus siglas en inglés), una técnica radiológica utilizada en exploraciones de la cavidad uterina y las trompas de Falopio que consiste en inyectar un líquido que actúa como contraste con el fin de detectar cualquier irregularidad. Uno de los líquido más frecuentemente utilizados es un aceite de semilla de amapola yodado. La técnica comenzó a utilizarse en 1917.

“Solo después de comenzar a investigar esta técnica – explica Mol en un comunicado –, mi familia me dijo lo que había sucedido. Mi madre pasó de ser estéril durante muchos años a quedar embarazada, y yo nací en 1965. También tengo un hermano menor, así que es totalmente posible, de hecho, basado en la investigación de nuestro equipo, es muy probable, que mi hermano y yo seamos el resultado de esta técnica que ayudó a mi madre”.

El proyecto comparó los beneficios de este procedimiento, tanto usando aceite de amapola yodado como simplemente agua, en 1.119 mujeres en Australia y en Holanda.
De acuerdo con los resultados, publicados en The New England Journal of Medicine, casi el 40% de las mujeres supuestamente estériles que se sometieron a una HSG con aceite y un 29% de las que lo hicieron con agua, lograron embarazos exitosos en los seis meses siguientes después de solo un tratamiento.

«Durante el último siglo – añade Mol –, las tasas de embarazo entre las mujeres estériles han aumentado después de haberse sometido a una HSG. Hasta ahora, no estaba claro si el tipo de solución utilizada en el procedimiento estaba influyendo. Nuestros resultados han sido aún más emocionantes de lo que podríamos haber previsto, ayudando a confirmar que una técnica médica antigua aún tiene un lugar importante en la medicina moderna. Durante mucho tiempo se creyó que esta prueba podría facilitar el embarazo al “expulsar” restos que impiden la concepción. La realidad es que todavía no entendemos la razón. Por ahora, y teniendo en cuenta que la técnica se ha utilizado durante 100 años sin efectos secundarios conocidos, creemos que es un tratamiento viable para las parejas, antes que reciban un tratamiento de fertilización in vitro”.
El aceite utilizado en el estudio es de una marca que se comercializa en España, pero Mol afirma que no recibió ningún tipo de ayuda económica del laboratorio que lo produce.

Juan Scaliter