En 2016 se produjeron en todo el planeta 14.333 terremotos, aunque tan solo diecisiete superaron la magnitud 7 en las escala de Richter. Pero eso podría cambiar a partir del próximo año, ya que según los resultados de un nuevo (y controvertido) estudio que se ha presentado en la reunión anual de la Geological Society of América, en 2018 se iniciará un período de cinco años durante el cual aumentará de forma notable el número de seísmos destructivos.

Roger Bilham y Rebecca Bendick, geólogos de las universidades de Colorado y Montana, respectivamente, han analizado todos los terremotos producidos desde el año 1900, y han establecido una especie de patrón según el cual, lo habitual es que haya una media de 15 terremotos de grado siete o más por año (aunque algunos puede haber muchos menos, como en este año 2017, en el que de momento se han contabilizado seis).

Pero los investigadores también identificaron otro patrón, y es que periódicamente se producían bloques de unos cinco años, en el que el número de terremotos de gran magnitud aumentaba de forma considerable. Según los autores del estudio, dichos períodos coinciden con aquellos en los que se produce una disminución (de tan solo unos milisegundos) en la velocidad de la rotación de la Tierra, y que suceden más o menos cada treinta y dos años.

Y según el patrón que ellos mismos han establecido, en 2018 comienza uno de esos períodos, lo que supondría que podríamos tener una media de veinte o treinta terremotos potencialmente muy destructivos cada año. Además, según los autores del estudio, la gran mayoría de ellos sucederían en países situados cerca de la línea de Ecuador.

Pero también conviene no perder de vista que se trata de un estudio eminentemente estadístico y que, como ya han explicado especialistas del Servicio Geológico de Estados Unidos, la existencia de una correlación no implica forzosamente una causalidad. Es decir, que los resultados que ofrece el estudio podrían deberse a muchas otras causas, incluido el puro azar.

¿Habrá entonces más terremotos de magnitud 7 en los próximos cinco años? Lo cierto es que nadie lo sabe a ciencia cierta, y habrá que esperar a 2024 para comprobar si el patrón establecido por Bilham y Bendick realmente se ha cumplido.De cualquier forma, aunque sus «predicciones» resulten acertadas, la capacidad de intentar predecir con exactitud cuando y donde se va a producir un terremoto y, por tanto, tratar de prevenir sus fatales consecuencias, es casi imposible.

Vicente Fernández López