A menudo se habla de ellos en películas de terror, se los considera desagradables y solo entran en casa en forma de decoración cuando se acerca Halloween. Pero los murciélagos son fundamentales en su entorno por sus tareas como polinizadores, dispersores de semillas y animales insectívoros que combaten plagas. El problema es que actualmente existen 77 especies en peligro de extinción, muchas de ellas endémicas del Pacífico.
Ahora, un nuevo estudio, publicado en Oryx, se centra en la conservación de murciélagos en las Islas Salomón, donde los zorros voladores (Pteropus, un género de murciélagos) tienen un importante papel en la cultura local: sus dientes se utilizan como moneda.

«Los zorros voladores de estas islas – explica Tyrone Lavery, principal autor del estudio – son un grupo diverso de murciélagos, y casi todos están en peligro de extinción, pero hasta ahora nunca se habían estudiado los efectos de usar sus dientes como moneda”.
El equipo liderado por Lavery entrevistó a 197 residentes de la isla Makira, una de las de mayor tamaño de las Salomón, para comprender sobre la mencionada costumbre. Gracias a ello descubrieron que principalmente se utilizaban los dientes de dos especies: Pteropus tonganus, el preferido por los cazadores, debido al tamaño de sus dientes y el zorro volador Makira (Pteropus cognatus), más pequeño que el anterior. Sin embargo, más importante que el tamaño de sus dientes es su masa corporal: la razón principal por la que se caza a estos murciélagos es su carne, una fuente importante de proteínas para los residentes de Makira.

Pero los dientes sí ocupan un lugar importante en la cultura: los habitantes de Makira los usan como moneda para transacciones tradicionales, como por ejemplo pagar bodas. Los resultados de las entrevistas realizadas por el equipo de Lavery, mostraron que los cazadores más jóvenes consideraban que este tipo de “divisa” no duraría mucho tiempo. Y en ellos se centraron los esfuerzos de conservación, mostrando tanto alternativas dietéticas como opciones de trueque y canje para pagar por labores tradicionales, sin tener que recurrir a los dientes de estos animales, cuya función en el ecosistema del archipiélago es fundamental.

Juan Scaliter