Pregunta: ¿A qué te dedicas, exactamente?
Respuesta: Me he especializado en reunir equipos de diseñadores, psicólogos, expertos en usabilidad, sociólogos y etnógrafos para que se dediquen a este campo. Es lo que se suele llamar “antropología colectiva”, pero personalmente prefiero el término “investigación de diseño”, porque no me he formado como antropólogo. Estamos interesados en el diseño y en cómo afecta a la vida de la gente lo que diseñamos. La parte más dura del trabajo es usar los datos que recogemos para informar a mis colegas e inspirarles proyectos, convirtiendo esta investigación en nuevas ideas.
Pregunta: Pero empezaste estudiando económicas.
Respuesta:. Mi primer trabajo fuera de la Universidad fue diseñar software para un proyecto de economía, pero me di cuenta de que no sabía lo que estaba haciendo, así que hice un máster en diseño de interfaz para usuario. En 2000 me ofrecieron un trabajo en el grupo de usabilidad de Nokia. Por aquel entonces yo ni siquiera tenía móvil. Mi cometido era llevar a cabo una“investigación sobre la experiencia del usuario”: querían respuestas a algunas preguntas realmente básicas. Así que emprendimos un estudio internacional que duró un año sobre los objetos que la gente lleva encima y por qué.
Pregunta: ¿Cómo encajan en eso los móviles?
Respuesta: El denominador común entre culturas, independientemente de la edad, el sexo y el contexto es: llaves, dinero y, si tienes uno, el teléfono móvil. ¿Por qué estos tres objetos? Sin querer parecer exagerado, esencialmente se trata de supervivencia. Las llaves proveen el acceso al calor y la protección, el dinero es un instrumento multifuncional con el que puedes comprar comida, transporte, etcétera. Un teléfono móvil, la gente se da cuenta en seguida de esto, es un dispositivo excelente para salir de situaciones de emergencia, especialmente si los otros dos fallan.

Redacción QUO