Muchos científicos piensan que el sexsomnio, como decíamos antes, es un pariente incontrolable del sonambulismo, pues son numerosas las características que comparten: el estrés, la falta de sueño y el alcohol o las drogas provocan ambos trastornos en las personas que son proclives a ello. También es típica, en las dos parasomnias, la amnesia sobre lo que la persona hace mientras duerme. Ni unos, sonámbulos, ni otros, sexsomnes, recuerdan los acontecimientos de la noche pasada. El sonambulismo es un trastorno familiar; es muy probable que, si los padres lo tienen, también se presente en sus hijos, y hay algunas evidencias de que el sexomnio tiene, a su vez, componentes hereditarios. Pero otros especialistas pretenden que se lo clasifique como otra parasomnia. Para Pin Arboledas: “Esta conducta no siempre se da en la misma fase de sueño en que se produce el sonambulismo. Y la realidad es que aún no sabemos con certeza cuál es su origen. Descartemos la explicación fácil: que es una forma de liberar las represiones. En la mayoría de las personas que sufren una parasomnia hay un despertar conductual, pero no uno cortical, de la corteza cerebral. Pensamos que hay un estímulo que despierta al paciente, pero al estar profundamente dormido, no es un despertar completo.” Esto, que suena un poco críptico, tiene una explicación muy sencilla. Cuando soñamos, entramos en un estado conocido como hipnogógico: el cuerpo se paraliza y solo funcionan el cerebro, los músculos de los ojos, el corazón y la respiración. Es la parálisis del sueño, que se produce cada vez que uno duerme. Se trata del mecanismo de defensa del organismo para evitar escenificar físicamente los sueños, lo que podría resultar peligroso. “La realidad”, explica Pin Arboledas, “es que en ningún momento del sueño la desconexión con el medio es total, porque es un estado de inconsciencia reversible, no como el coma. El trastorno del sueño en fase REM no presenta esa parálisis en quienes lo sufren, por eso son capaces de representar el sueño y, si son violentos, de tener una gran actividad motriz. Cuando se despiertan, cuentan el sueño, a diferencia de quienes padecen sonambulismo o sexsomnio, que no recuerdan nada”. Por más singular y peregrina que pueda parecer esta dolencia, realmente existe, y su diagnóstico es vital. Según asegura Pin Arboledas: “El problema más grave de esta parasomnia es que puede ser el primer síntoma de una enfermedad neurodegenerativa”. Y esto sí puede acabar siendo una verdadera pesadilla.

Juan Scaliter

Redacción QUO