Reza la leyenda sobre la invención del casco de moto que el accidente que acabó con la vida del auténtico Lawrence de Arabia (el coronel inglés Thomas Eduard Lawrence) fue el punto de partida. El cirujano que le atendió y le vio morir tres días después por heridas en la cabeza juró estrujarse la mollera hasta inventar un protector que salvara la vida de motoristas y pilotos.

Su nombre era Hugh Cairns (1896-1952) y su primer trabajo fue más bien estadístico: en 1941 recomendó que todos los pilotos de guerra ingleses llevaran alguna protección (los primeros cascos), y en 1945 hizo recuento de daños. Efectivamente, los que menos habían sufrido eran los que llevaban esa defensa. Pero se murió sin ver cómo en 1973 Reino Unido y Francia se convertían en los primeros países en obligar a los pilotos a llevar casco.

De aquel impulso modernizador se han beneficiado todas las profesiones hasta hoy, y la investigación avanza cada día empujada por una selva de normas técnicas. En realidad se trata de tomar casi los mismos elementos, pero combinarlos de diferente manera dependiendo del trabajo al que estén destinados. La madre de todos los elementos que nos ponemos en la cabeza son los policarbonatos, materiales termoplásticos: que se dejan moldear fácilmente cuando se calientan, pero que se ordenan de forma cristalina cuando se enfrían. Y en ese momento adquieren unas propiedades físicas, térmicas y eléctricas que, mezcladas con su peso liviano, se convierten en los mejores candidatos a salvarnos la vida.

Luego, la combinación con la fibra de vidrio (para reforzar) y otros tratamientos físicos y químicos es la que se encarga de que pasen las exigentes pruebas de resistencia al fuego, a golpes y caída libre, a las descargas eléctricas y a la salpicadura de sustancias corrosivas. Este es un paseo por la cabeza de doce profesiones comunes.

Antidisturbios

Hay que estar en todo. Tiene protección antibalas contra disparos de perdigones calibre 12/70 de cartucho de caza, a una distancia de 5 m. La calota externa es de polietileno reciclado anticorrosivo, y tiene miniperforaciones para los oídos. El relleno de la nuca es de etileno vinil-acetato (EVA).

Casco de bombero

Si todas las ideas de bombero son como estas, bienvenidas sean. Los cascos de bombero para incendios estructurales y forestales soportan desde -30º hasta 500ºC sin deformarse ni perder propiedades. También están preparados contra descargas eléctricas, y no se dañan con salpicaduras químicas corrosivas ni con metales fundidos.

Protección química

Sería absurdo cubrir solo la cabeza en estos casos, así que va todo junto. El tejido es de polímeros estirados (“elastómeros”) como el poliisopreno (caucho) y los poliuretanos. Ese estiramiento de su estructura molecular es el que no permite el paso de gases ni líquidos.

Obrero y otros trabajos

Por supuesto, la resistencia a los golpes de materiales es su principal función. Las normas europeas obligan a testarlos con objetos de diferentes pesos y formas (se prueba con punzantes y luego con planos), y a realizar las pruebas desde diferentes distancias. Además, el ángulo y la zona de impacto también son importantes, porque el casco, al no ser una semiesfera perfecta, los soporta de diferente modo en cada zona. Otra exigencia es que aísle sobre todo del calor y el sol. Como tantos otros, lleva enganches para accesorios (véase a la derecha).

Trabajo en altura y rescate

Dos cosas se pueden hacer con un protector de este tipo: trabajar o divertirse. Es decir, la norma EN-12492 obliga a que tengan las mismas características los de alpinismo y escalada que los de rescate y trabajos en altura. Son de policarbonatos de alta resistencia pero se presta especial atención a que el protector no se suelte de la cabeza. El barboquejo (la pieza que se ajusta a la barbilla) aúna las cuatro cintas de sujeción. Estas soportan fuerzas de hasta 50 decanewtons (daN); y es raro que un humano pueda darle un tirón a la cincha de más de 10 daN. En estos modelos, las ranuras de ventilación pierden el aislamiento eléctrico para no sufrir descargas. En otros cascos (como el de antidisturbios) los orificios tienen membranas o rejillas que mantienen la protección.

Gorra técnica

Parece cualquier gorra de béisbol pero es un híbrido entre simple cubrecabezas y casco para pequeños riesgos. Lo mejor es que el casquete se puede retirar. Si está colocado, se sujeta a la gorra y tiene orificios de ventilación que coinciden con la tela de ventilación de la gorra. La zona naranja es reflectante, para mayor visibilidad en entornos de trabajo. La llevan algunas policías urbanas.

Casco de astronauta

Como no podía ser de otra manera, el casco de un astronauta va integrado en el traje de “paseo” espacial. Hay dos partes críticas: una, el collar en que se ensambla al resto de la vestimenta, que debe ser hermético para mantener la presión. Y la otra es la pantalla, fabricada con policarbonatos a prueba de micrometeoritos (y de balas). Hay otra visera retráctil para casos de gran radiación. Ahora llevan siempre dos cámaras de grabación integradas.

Casco de minero

Trabajar en las profudidades de la tierra no tiene unos riesgos para la cabeza muy diferentes de los de un obrero que trabaja al aire libre. En realidad tienen las mismas propiedades de resistencia (al metal fundido también), pero estos vienen siempre con un portalámparas estándar para acoplarle luces de distintos tipos (dependiendo del tipo de explotación y la iluminación del lugar). Las luces son leds porque, con una batería pequeña, aguantan 35 horas encendidas.