No es un espectáculo, ni tampoco teatro: se trata de una competición de alto nivel. Inmersos en los tiempos del Rey Ricardo, hombres de todo el mundo se baten en la arena con mucha épica en un deporte de contacto con un alto componente histórico.

Nacido en Europa del Este, el combate medieval no tardó imponerse a lo largo y ancho de nuestro planeta. Ataviados con armaduras, hachas, escudos, lanzas y espadas, centenares de hombres y mujeres luchan por llevar este deporte hasta el lugar visible que merecen. No sólo portan artilugios que pesan entre 20 y 30 kilos, sino que para acometer esta tarea se necesita mucha técnica y entrenamiento, ya que el desgaste físico es intenso.

No están locos, saben lo que quieren

Para el combate, los luchadores utilizan armaduras e indumentaria del Medievo (s. XIV y XV). No creáis que proceden del baúl de los recuerdos de sus antepasados, sino que son reproducciones homologadas y miradas con lupa por los jueces del evento para valorar si cumplen con el estricto reglamento al que deben de ceñirse.

El campeonato dispone de tres categorías básicas que se divide a su vez en varias subcategorías según el arma utilizada: batirse el duelo (uno contra uno), lucha en equipos de cinco contra cinco y un combate que tiene más equipación que un equipo de fútbol: 16 contra 16. Las épicas luchas se dan lugar en la arena, un palenque de unos 800 m2 dónde su único objetivo es derribar al enemigo con mucho arte. Para lograr su objetivo se golpean con el fin de hacer besar la arena al oponente. Los jueces valoran no sólo la fuerza del golpe, sino también la técnica utilizada. El que cae al suelo es inmediatamente eliminado.

Todos y cada uno de los combatientes dan lo mejor de sí mismos con el fin de conseguir la victoria. Según reconocen en la web de la Liga de Combate Medieval, «La fiereza de los combates muestra al mismo tiempo la actitud de respeto y hermandad por el adversario, al que no se le da cuartel. Y siempre, una vez terminada la batalla se saluda como a un hermano pues ha tenido el valor de estar ahí ya sea contigo o contra ti.»

Aunque esto pueda parecer una auténtica locura, la seguridad prima sobre el combate. Las armas no son espadas como las que nos daban en la primera comunión, pero tampoco están afiladas ni tienen punta, «no se trata de lesionar al adversario si no de hacerle tocar suelo».

Españoles en la arena

Desde el 30 de abril al 3 de mayo ha tenido lugar el Campeonato del Mundo de la IMCF (Federación Internacional de Combate Medieval), dónde 500 luchadores de 25 países de todo el mundo acudieron a desenvainar su espada. Durante esos cuatro días, más de 50000 espectadores acudieron al castillo de ladrillo más grande del mundo y más impresionante de Europa, el de Malbork, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. También conocido como castillo de Mariemburgo, fue construido por la Orden Teutónica y es un ejemplo clásico de fortaleza medieval.

El equipo polaco obtuvo la victoria e hizo besar la arena a Estados Unidos en la final. Recogieron seis medallas de oro, dos de plata y dos de bronce. El Reino Unido quedó en segunda posición, llevándose a casa cinco medallas, seguido de España, Quebec, Estados Unidos y Dinamarca.

Aunque España tiene una corta experiencia en estos combates, no deja de ser intensa y muy meritoria. El SECM (Selección Española de Combate Medieval) dejó el pabellón bien alto y promete dar mucho que hablar en próximas competiciones bajo nuestra famosa frase «¿Soy español, a qué quieres que te gane?».

Aquí puedes ver la gran final entre Polonia y Estados Unidos:

[youtube]https://www.youtube.com/watch?v=FPbTWDeqQf0[/youtube]

Fuentes:

ligadecombatemedieval.com | Liga de Combate Medieval – FB | Selección Española de Combate Medieval | hispantv.com | Marek Wojciechowski – Youtube |

Redacción QUO