¿Por qué lo novedoso resulta tan atractivo para algunas personas y, en cambio, provoca recelos en otras? La respuesta parece estar en la amígdala, estructura cerebral vinculada al miedo. Así se deduce de un estudio de John Hibbing, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Nebraska. El investigador escaneó la actividad cerebral de sus voluntarios y midió su ritmo cardíaco, para determinar con cuánta facilidad se asustaban. Lo que descubrió fue que las personas más asustadizas eran también las más conservadoras y reacias a aceptar cambios sociales radicales. En cambio, las que mostraron más entereza durante el experimento eran las que se sentían más atraídas por todo lo que sonara a novedad.

Redacción QUO