Tras una complicada intervención cardíaca, PH empezó a oír lo que le decían justo en el momento anterior a que alguien pronunciase estas palabras. Como cuando vemos un partido de fútbol a la vez que lo escuchamos por la radio y el “Goooool” retumba en nuestros oídos antes de ver cómo se mete el balón en la portería. Es el único caso conocido en el mundo y está siendo estudiado por el equipo del psicólogo Elliot Freeman en la City University de Londres, quien pretende averiguar cuál es la razón de este fenómeno.

Cuando hablamos con alguien, esperamos oír su voz al mismo tiempo que mueve los labios. Pero en el cerebro, la luz y el sonido se procesan a distintas velocidades, así que, cuando alguien emite un sonido, este y la imagen de quien lo pronuncia llegan a nuestros ojos y oídos en diferentes momentos. Por lo que los expertos intuyen que tenemos ciertos mecanismos que sincronizan estas percepciones. En el estudio del caso de PH, el equipo de Freeman ha llegado a la conclusión de que su cerebro registra la información visual antes que el sonido de una forma hasta ahora desconocida.

PH pensó durante algún tiempo que la televisión de su casa tenía algún problema, hasta que empezó

[image id=»62597″ data-caption=»El caso de PH se asemeja a la conocida como IIusión de McGurk. Se trata de una ilusión auditiva por la que oímos sílabas de sonido parecido como si fueran idénticas. Esto sucede porque nuestro cerebro al sincronizar lo que vemos y oímos tiende a igualar la percepción. » share=»true» expand=»true» size=»S»]

a sentir su particular desfase en otras situaciones: “Cuando alguien habla, registro sus palabras antes de que mueva la mandíbula. E incluso cuando yo mismo pronuncio una frase, la escucho antes de tener la sensación de haber abierto la boca. Es muy desconcertante”, explicaba PH a los investigadores.

Aún no está claro cuál es el origen de este problema; es posible que la pericarditis aguda que sufrió –la inflamación del saco que rodea el corazón– o la intervención quirúrgica a la que fue sometido para solucionarlo tengan algo que ver. De hecho, esta operación fue el punto de partida de su nuevo estado.

Los escáneres cerebrales que le han hecho muestran lesiones en dos áreas implicadas en el oído: la dimensión temporal y el movimiento. Aunque según el estudio de Freeman es posible que ya estuvieran ahí y algo las haya “activado”. Como resultado, el reloj que marca los tiempos de su percepción visual se ha ralentizado respecto al que capta la imagen. En general, parece que ha aprendido a vivir con este desajuste sensorial, pero reconoce que tiene problemas en lugares con mucho ruido y en grandes reuniones en las que varias personas se dirigen a él al mismo tiempo.

Redacción QUO