Después de años de arrumacos y manjares, la tripa resiste a abdominales, dietas y cualquier otra embestida, pero los riesgos de continuar engordándola son demasiado altos: “No solo cardiorrespiratorios, también para articulaciones y huesos”, advierte el cirujano estético Nazario Yuste Grondona, quien sugiere el quirófano como única respuesta si se quiere una solución realmente resolutiva y definitiva:

Liposucción

Es la extracción de grasa acumulada. Nunca va a reproducirse, pero los adipocitos no pierden su función de reserva energética en forma de grasa, por lo que después de la operación el paciente debe aprender a mantener una dieta sana y equilibrada, combinada con ejercicio constante.

Dermolipectomía

Consiste en eliminar la piel flácida sobrante, que en algunos casos es realmente exagerada (el llamado colgajo abdominal), y reconstruir después la pared abdominal. Para ello hay que suturar y aproximar los músculos rectos abdominales anteriores, que se encuentran separados y permiten ese empuje de las asas intestinales.
Ambas técnicas se pueden realizar con anestesia local y sedación.

Capsaicina:

Investigadores del Brigham and Women’s Hospital de Boston han descubierto que este componente de la pimienta picante responsable de la sensación de ardor podría ser la clave para reducir la grasa abdominal visceral, debido a sus propiedades metabólicas: 1) Termogénica. Provoca una leve subida de temperatura que obliga a consumir más energía acumulada en forma de grasa. 2) Disminuye la proliferación de células grasas inmaduras, disminuyendo la tendencia a engordar.

Redacción QUO