Hasta ahora nadie se había atrevido a medir científicamente las reacciones humanas a bordo de un vehículo como es el Golf GTE híbrido y enchufable, con cinco modos de conducción entre los que destacan su modo 100% eléctrico con hasta 50 km de autonomía y 0 emisiones de CO2, y el modo GTE que combina la potencia del motor turbo gasolina de 150 CV y el motor eléctrico de 102 CV dando una potencia híbrida de 204 CV con un par de 350 Nm. QUO, en colaboración con Volkswagen, lo ha hecho. Hemos llenado de sensores la piel de once lectores, monitorizado su actividad cerebral, cardiaca y electrodérmica, analizado su expresión facial y evaluado sus reacciones. Todos aseguran encontrar muchas similitudes entre los diferentes modos de conducción, pero nuestro estudio dice lo contrario.

En los tres voluntarios que hemos elegido como representativos para esta investigación, observamos una mayor frecuencia cardiaca en modo GTE debido a la capacidad del vehículo de acelerar de 0 a 100 km/h en solo 7,6 segundos. En algún caso, incluso, se pasó de 78 pulsaciones por minuto a 112, una reacción que en otros momentos se vio potenciada, además, con una elevada actividad electrodérmica al circular por las zonas de velocidad del circuito de Castellolí, en Barcelona. También fue predominante un sutil aumento cardiaco en las curvas deslizantes debido a la sensación del incremento de la velocidad de paso por la zona y al aumento de la fuerza g (una medida basada en la aceleración que produciría la gravedad en un objeto en condiciones ideales). Según los especialistas de Sekg, la empresa encargada del análisis, esta reacción se debe al reto que supone afrontar un tramo que presenta niveles de dificultad muy superiores a los que habitualmente se enfrentan los conductores.

Para realizar este trabajo, nuestros expertos registraron la actividad de cada voluntario en catorce puntos diferentes del cerebro y midieron la frecuencia y la variabilidad cardiaca en la zona pectoral, la conductancia y la temperatura de la piel en la muñeca y el movimiento de los brazos. A través de las cámaras a bordo capturaron la expresión facial de todos ellos. Así pudimos averiguar qué pasa en el cerebro con cualquiera de los cinco modos de conducción que ofrece el Volkswagen Golf GTE híbrido y enchufable, qué provoca que nuestra piel se empape en sudor y cuándo nuestro corazón se acelera.

ALERTA Y EMOCIÓN
En las zonas del eslalon y de aceleración es donde apreciaron los especialistas mayores momentos de excitación emocional en casi todos los voluntarios. La tónica general fue mayor nivel de alerta durante la vuelta en modo GTE, un modo donde la atención estuvo en todo momento por encima del 80% respecto a otros tipos de conducción. Y, como curiosidad, señalar que la diferencia entre el modo GTE y el eléctrico en la frenada con esquiva fue que el estrés se incrementó en más de un 100% en casi todos los conductores. ¡Menos mal que apenas encontraban diferencias!

Mayor disfrute en modo GTE

Durante la vuelta en modo GTE, Sonia González presenta elevados niveles de disfrute, pero también de atención a lo largo de todo el circuito debido a que probablemente estaba exprimiendo al máximo sus habilidades. Para esta lectora, el modo más impactante de conducción fue, sin duda, el GTE, aunque durante toda la prueba manifestó niveles de estrés muy elevados, incluso del 90% en ambos modos de conducción. En la zona de aceleración es cuando Sonia manifestó una reacción emocional más intensa.

Para Sonia González el modo GTE fue el que más sensaciones le produjo.

¿Cómo se gestionan tus reacciones?

Frontal. Anticipación de peligros potenciales, resolución de situaciones, capacidad multitarea.

Parietal. Atención visual, control de la manipulación de vehículos.

Temporal. Identificación de objetos, memoria visual y audición.

Occipital. Controla la respuesta visual.

La barra negra son los datos obtenidos con el coche eléctrico, y la blanca con GTE.

GTE y eléctrico, empatados

El corazón de Antonio Roig no sabía el esfuerzo al que iba a ser sometido. En apenas unos segundos pasó de 78 pulsaciones por minuto a 112. Es en ese momento cuando el Volswagen Golf GTE híbrido y enchufable encaró la zona de eslalon y de aceleración, tramos en los que también se observaron grandes niveles de excitación. Seguro a la hora de conducir y sin cambios notables en los diferentes modos, Antonio, sin embargo, mostró un ligero aumento de estrés en la zona deslizante al conducir en GTE.

El eslalon provocó un aumento del ritmo cardiaco en Antonio Roig.

Reflejo de tus emociones

Vaya ritmo. En la fase de reposo ya se apreciaba mayor frecuencia cardiaca por la expectación generada por el experimento.

La barra negra son los datos obtenidos con el coche eléctrico, y la blanca con GTE.

GTE y eléctrico, depende

La actividad electrodérmica de David Ereza se incrementó de media un 47,8% al conducir en modo GTE. Sin embargo, su frecuencia cardiaca pasó de los 60 latidos por minuto a los 88 cuando comenzó a circular con el motor eléctrico. Ereza experimentó el momento de mayor estrés en la fase de aceleración mientras que en la zona de deslizamiento elevó sus niveles de atención consciente. Sorprendieron la activación fisiológica y los niveles de estrés posteriores a la frenada con esquiva.

La excitación fue mayor en modo GTE.

Respuesta a primera vista

Sensores en la piel. Permiten analizar los cambios emocionales de un sujeto.

La barra negra son los datos obtenidos con el coche eléctrico, y la blanca con GTE.