La saliva no tiene el dramatismo de la sangre, pero alberga cientos de sustancias que son una mina para la medicina. Casi desconocido es su valor predictivo. Con una muestra puede saberse si una persona está estresada o, en el caso de una mujer, cuándo ovulará. Es mucho más que agua. Tiene una legión de proteínas que controlan microbios y bacterias de la boca, o luchan contra ellos, como ha demostrado el doctor Luis Rivas (CSIC) con la histatina. Este péptido es eficaz contra la leish­maniosis, una enfermedad que, en casos excepcionales, puede ser mortal.

Antibióticos blancos
Por el momento, los estudios con fagos se están centrando en animales, y el salto a humanos requiere de ensayos clínicos. Se sabe, no obstante, que emplastos impregnados en fagos son eficaces en el tratamiento de grandes quemados, ya que son más activos que los antibióticos contra las Pseudomonas o el estafilococo dorado (Staphylococcus aureus).
¿Llegarán péptidos antimicrobianos y fagos a convertirse en los antibióticos del siglo XXI, desplazando a los convencionales? En cuanto a los primeros, el doctor Rivas apunta que: “El principal problema es el coste. La síntesis de péptido es ahora mucho más cara que la de cualquier antibiótico convencional. Ahora bien, si están dejando de funcionar los otros… el coste puede ser un inconveniente secundario”. En cuanto a los fagos, que están por todas partes (se calcula que hay unos mil millones por mililitro de agua de mar), Ernesto García no sabe “si las multinacionales y las autoridades estarían por la labor. Requiere dinero y una toma de conciencia por parte de los políticos. Está claro que están empezando a fallar las reservas terapéuticas que tenemos y que cada vez es más frecuente encontrar bacterias que no tienen tratamiento…”

Redacción QUO