Hay mucha controversia al respecto de la reimplantación de castores en algunos países, así que es obvio el revuelo que se ar­maría con la resurrección de este gigante de dos metros y medio de longitud en Norteamérica.

No hay muchas esperanzas de conseguir la se­cuencia genómica de este enorme roedor, según Hendrik Poinar, genetista de la McMaster University en Ha­milton, Canadá.

Pese a su nombre, esta bestia, del ta­maño de un oso, no sabía construir presas como sus primos. Se alimentaba de cortezas de árboles y habitó la región entre Florida y Canadá.

El capibara, que tiene aproximadamente la mitad de peso, sería probablemente la madre de alquiler más apropiada, aunque sería un pariente demasiado lejano.

Redacción QUO