Más allá de la polinización, las abejas son grandes benefactoras de las plantas: evitan que las orugas las devoren. Los pelillos que estas tienen en sus extremidades las alertan de cualquier vibración en el aire, e inmediatamente abandonan la planta. Investigadores de la Universidad alemana de Würzburg cubrieron dos plantas de pimiento con re­des. En una encerraron solo orugas, y en otra abejas y orugas. La primera sufrió un 70% más de daño. Si las cosechas se combinaran con flores (que atraen a las abejas), dicen los investigadores que se controlarían naturalmente las plagas; un novedoso método de control biológico.

Redacción QUO